Posted by Bethany Pennington – MA Candidate at NYU CLACS

Roma por Alfonso Cuarón recibió mucha atención por los sonidos que empleó en la creación de la película. Según Sergio Díaz, el director de sonido de la película, los sonidos fueron grabados en las calles de México contemporáneo e interpolados en el escenario, el cual replicaba la ciudad de los ‘70. Viviendo en esta gran ciudad, paseando por la Roma, o transitando por las venas subterráneas del metro, uno se da cuenta por qué: los sonidos de la vida diaria son únicos a la Ciudad de México.
En mis primeras semanas aquí en México, intenté grabar los sonidos de la ciudad que uno escucha durante su rutina diaria: vendedores en el metro, los músicos que pasan mientras comes en una corrida, las grabaciones en audio que te avisan que una comida rica está cerca. Resulta que casi todos los sonidos que llenan el oído en la Ciudad de México están destinados a vender. Por todos lados los sonidos y las voces – a veces amplificados por micrófonos inalámbricos, pero más frecuentemente el resultado de mucha práctica proyectando la voz – están empleadas para ganarse la vida.
En el metro, las ventas parecen ser cantos, ofuscados un poco por el ruido del metro y los muchos cuerpos que llenan los carros. Cómo ya hay wifi gratis en el metro y muchos llevan su celular para ver series en video o contemplar Facebook en sus viajes matutinos, las ventas son muchas veces de cables, audífonos, u otros accesorios para celulares.
El metro de la Ciudad de México es único en que tiene carros separados para mujeres. Policía con silbatos vigilan las estaciones más transitadas. Subiendo al carro de mujeres, la forma de vender y los productos cambian un poco:
Vendedores en el metro de mujeres
Muchas veces son productos cuya función principal está imaginado para la mujer – productos para las uñas, las pestañas, geles antibacteriales en cascos brillantes, etc. También, como se nota en la grabación, a veces una niña es la voceadora. Hasta he escuchado, pasando por un mercado de comida, una grabación anunciando a las “¡Amas de casa! Ya llegó la nueva fruta de estación…” La venta sigue reflejando valores tradicionales sobre roles y gustos de la mujer.
Aunque México es conocida por su comida increíble (en mi opinión, la mejor del mundo), hay unos sonidos únicos que, pasando por las calles de la ciudad a las 5, 6 de la noche o más tarde, puede incluso hacer salivar la boca. En ésta escuchamos el tamalero, el silbato del camote (con lechera y canela, por supuesto), y la bocina del joven que pasa de bicicleta con pan dulce.
Los sonidos que te hacen salivar la boca
Aunque se vende mucha comida en la calle, como los famosos elotes, los tamales y los camotes, calientitos como son, tienen un sonido especial.
La comida corrida es una esencialidad de la vida chilanga, y mientras estés sentada en el portal de un establecimiento ordenando consomé de pollo o tacos dorados con queso, es muy probable que la música te acompañe. Mariachis, o con más frecuencia, hombres con guitarra, pasan a dar la serenata. Una vez escuché también un joven silbando con una hoja.
Y claro, al escuchar la música, una moneda o una disculpa está siempre en orden.
Otros músicos que vienen de dos mundos diferentes, pero frecuentemente coinciden en México son los organilleros, y los bateristas indígenas. Los organilleros quedan parados en las plazas y esquinas en sus uniformes de color khaki, pidiendo monedas mientras maniobran los organillos automáticos. Se dice que es una tradición desde los años del Porfiriato. Al otro lado, frente a las iglesias (las cuales, por la mayor parte, fueron construidas por los españoles encima de los pirámides sagradas de los aztecas), bateristas y bailarines dan cascabeleo mientras bailan. Este cascabel y batería no se confunden con las procesiones, formados detrás de la imagen Guadalupana, que a veces pasan destinados a la capilla más cercana.
Organilleros, batería, procesión
En una ciudad de más de 20 millones de personas, el sonido también ayuda a regular los procesos sociales. Por ejemplo, retirar la basura. Cada colonia tiene un proceso diferente, pero en Coyoacán, hay una campana que insiste que la saques a la calle, en la hora que pasa la camioneta. Y si prefieres reciclar tus electrodomésticos, también pasa una grabación inolvidable anunciando que “se compran, refrigeradores, microondas…y algo de hierro viejo que vendas”. Me dicen que estos artículos, y a veces la basura también, están destinados a venderse en los tianguis de las afueras de la ciudad.
Campana de basura, “refrigeradores”
También hay el hombre que pasa, “la alarma mañanera de los chilangos” como me dijo mi amiga – el que grita “gaaaaas” en tonos bajos y prolongados. O si quieres dormir el domingo, aun así puedes recibir elogios del predicador que da sermones por bocina en el parque de la esquina.
Aunque las campanas de las iglesias en la ciudad moderna casi no se escuchan marcando los horarios diarios, como me imagino que fuera en años pasados, de todos modos, en la Ciudad de México contemporánea los sonidos siguen indicando el despertar, desayunar, antojarse, y muchos otros ritmos de la vida.